jueves, 29 de noviembre de 2007

La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Andalus



La conquista musulmana y los pueblos invasores


Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la "guerra santa", iniciaron en el siglo VII una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.



Aprovechando la crisis interna del reino visigodo, envuelto en una de sus constantes luchas internas por el poder monárquico, tropas musulmanas, compuestas por árabes y beréberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 iniciando la conquista de la península ibérica.

Dirigidos por el beréber Tariq, lugarteniente del gobernador del Norte de África, Musa ibn Nusayr los musulmanes derrotaron en la batalla de Guadalete (711) al último rey visigodo, Rodrigo, que perdió la vida en el combate.

Animados por aquel éxito, los invasores decidieron proseguir el avance por las tierras hispanas, primero en dirección a Toledo, posteriormente hacia Zaragoza. En apenas tres años, los musulmanes lograron conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas resistencia. Solo las regiones montañosas de las zonas cantábrica y pirenaica escaparon a su control.

Junto a los árabes, que ocupaban los puestos dirigentes, grupo bereberes del norte de África engrosaron las filas de los invasores musulmanes.



Los árabes tenían fuertes estructuras tribales (qaysíes, kalbíes) que mantuvieron largo tiempo fuertes enemistades que pronto se manifestaron al repartirse las tierras ocupadas.

A todos estos problemas entre los árabes, hay que añadir los provocados por los beréberes islamizados del norte de África, reacios a someterse a un autoridad central. Resultado de todo ello fue un oscuro período de luchas y enfrentamientos entre los distintos clanes árabes, y entre árabes y beréberes, que durará toda la primera mitad del siglo VIII.


Diversos magnates nobiliarios visigodos decidieron pactar con los invasores, como fue el caso de Teodomiro, en la región murciana. Las escasas fuentes disponibles nos hacen pensar que la conquista se realizó principalmente mediante capitulaciones y rendiciones acordadas entre los señores godos y los conquistadores musulmanes. La violencia fue más la excepción que la regla. Esto nos explica la rapidez de la conquista.



El Emirato y el Califato de Córdoba


El Emirato (756-929)

Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en una nueva provincia del califato islámico, Al-Andalus. Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador que actuaba como delegado del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
























Los musulmanes realizaron algunas incursiones por el norte de la Peninsula, pero fueron derrotados por los astures en Covadonga (722). También penetraron en suelo franco, donde ocuparon ciudades como Narbona, pero sufrieron un duro golpe ante el ejército de los francos en las proximidades de Poitiers (732). Esta batalla supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa.




A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato. Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. Al-Andalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual del mundo musulmán.


Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Andalus. Para ello necesitaba fundamentalmente tres cosas: un ejército, unos ingresos económicos, y sofocar las posibles revueltas de sus enemigos. El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Andalus.


El Califato de Córdoba (929-1031)


Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder político y el religioso. “Nos parece oportuno que, en adelante, seamos llamado Príncipe de los Creyentes”, se escribía en una carta que el nuevo califa envió a sus gobernadores.


El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto a la gran mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahman III ordenó construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, convertida en residencia califal y en el centro del poder político de Al-Andalus.

Almanzor y la crisis del Califato de Córdoba
En las últimas décadas del siglo X, Almanzor se hizo con el poder efectivo en Al-Andalus; ejercía el cargo de hachib, una especie de primer ministro. Mientras tanto, el califa de la época, Hisham II (976-1009), vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer en lo más mínimo el poder político.


Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Su muerte en año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) que llevó al fin del Califato en el 1031.


La crisis del siglo XI: los Reinos de Taifas

La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”.

De forma paulatinas las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.



En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.

Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias. Mientras tanto, el avance de la reconquista cristiana culminó con la conquista de Toledo en el 1085.

Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.

En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.
La crisis del siglo XI: Los imperios norteafricanos

lunes, 29 de octubre de 2007

La Península Ibérica en la Prehistoria y la historia antigua





El proceso de hominización en la península ibérica: nuevos hallazgos

La Prehistoria es el período más antiguo de la Historia y su estudio abarca desde el origen del hombre hasta la aparición de la escritura. En los últimos tiempos se ha avanzado de forma considerable en el conocimiento de este largo y oscuro período. La extensión de los estudios arqueológicos y los adelantos científicos que permiten un sistema de datación mucho más seguro explican estos avances.
Uno de los grandes temas de investigación y de debate es el proceso de hominización: la secuencia cronológica evolutiva que culmino con la aparición de la especie Homo. Para tratar de conocer este proceso, los prehistoriadores y arqueólogos estudian la evolución de los restos fósiles humanos y los instrumentos y restos que aparecen a ellos asociados en los yacimientos arqueológicos.
Hay acuerdo general en que la hominización se inicia en África.




Los Australopithecus, los ejemplares más antiguos datados en torno a hace 5-6 millones de años, evolucionaron hacia el Homo Habilis hacia 2.400.000 años. El Homo Habilis es la primera especie humana.En adelante, el panorama de la evolución se hace cada vez más complejo. Dos especies posteriores el Homo Ergaster y el Homo Erectus comenzaron a emigrar hacia Europa y Asia.
Los primeros restos humanos en la Península Ibérica se remontan a hace más de 800000 años. Los restos humanos más antiguos se han encontrado en la Sima de los Huesos (1974) y en la Gran Dolina (1996) de la sierra de Atapuerca en Burgos. Los 86 restos fósiles humanos hallados e Gran Dolina pertenecen a cráneos y mandíbulas de seis individuos (cuatro niños y dos adultos) que vivieron hace unos 800000 años y cuyas características antropomórficas parecen diferenciarlos de otros fósiles encontrados hasta la fecha en Europa, por lo que se considera que pertenecen a una nueva especie del género Horno a la que se le ha dado el nombre de Homo antecessor (“hombre pionero” o “el que antecede a los demás”).En la Sima de los Huesos se han hallado abundantes fósiles humanos (13 000 restos de esqueletos) que se consideran pertenecientes al denominado Homo heidelbergensis. Esta especie sirvió probablemente de transición entre el Homo Antecessor y el Homo Neandertalensis.Según el equipo de investigaciones de Atapuerca, estos primeros humanos llegaron a la Península procedentes de África. Se supone que su desplazamiento hacia Europa pudo deberse al seguimiento de las manadas de animales de las que dependía su alimentación.
Las dos últimas especies del género Homo que aparecieron en el territorio peninsular fueron el Homo Neandertalensis, con una antigüedad de unos 95000 años y el Homo Sapiens hace unos 35000 años. El Homo Neandertalensis se extinguió y no influyó en la posterior evolución hacia el Homo Sapiens. Este último ya era un ser humano con rasgos físicos semejantes a los actuales y era capaz de crear instrumentos de cierta complejidad y de expresar sus creencias mediante rituales funerarios y pinturas en los abrigos de piedra o en el interior de las cavernas.




Los pueblos prerromanos




Tras el largo período paleolítico, y concluido el largo proceso de hominización con la especie Homo sapiens sapiens, se inició el período neolítico en la Península Ibérica hace aproximadamente 5.000-3.000 años. Las nuevas comunidades agricultoras y ganaderas se asentaron creando poblados permanentes.
La Edad de los Metales se inicia con la edad del Cobre, en torno a 3.000 a.C., y continua con la Edad del Bronce (2.000 a.C.). Hacia 1.200 a.C., tiene lugar la primera de una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos, los celtas.
Se inicia así lo que se denomina la Protohistoria: período comprendido entre las invasiones indoeuropeas (1.200 a.C.) y la invasión romana en la segunda mitad del siglo III a.C. De este período han quedado abundantes restos arqueológicos, a los que se les une los primeros testimonios escritos de griegos y romanos sobre la península ibérica. Testimonios de difícil interpretación.

Los Pueblos Prerromanos:

Tartesos









Civilización muy brillante que se desarrolló en el suroeste peninsular en la primera mitad del primer milenio a.C.
Rodeada aún de misterio. Textos griegos y bíblicos hablan de una civilización muy rica. Se han encontrado restos importantes como el Tesoro de Carambolo (600-550 a.C.) pero no a la altura de lo que describen los textos de la época.
De cualquier manera, se piensa Tartesos tuvo un importante comercio que benefició a una poderosa aristocracia. A mediados del primer milenio, Tartesos se derrumbó. ¿Por la acción militar de los cartagineses? ¿Por problemas internos?





Los Iberos: los pueblos del sur y del este










En la zona mediterránea y meridional se asentaron diversos pueblos (indigetes, turdetanos...) que rasgos comunes. Muy posiblemente con una lengua común o similar.
El contacto con los colonizadores impulsó su desarrollo cultural. Tenían una economía agrícola-ganadera que también practicaba el comercio y la minería. Tenían pequeñas ciudades en zonas fácilmente defendibles y poseían una sociedad muy jerarquizada (aristocracia - esclavos). Gobernados por reyezuelos que gobernaban una o varias ciudades. Produjeron un arte muy refinado, el mejor ejemplo es la Dama de Elche.




Los pueblos del centro y del oeste









Aquí la influencia de los colonizadores mediterráneos llegó muy débilmente y la presencia celta (pueblos de lengua indoeuropea) fue importante. Se les denominó "celtíberos" (ilergetes, carpetanos, lusitanos...)
Su economía era agrícola-ganadera, con menor peso del comercio. Su sociedad mantenia una fuerte cohesión tribal y habitaban poblados fortificados como Numancia.
En el aspecto artístico, destaca la cultura de los verracos entre los vetones del valle del Tajo. Los verracos son grandes esculturas de animales ligadas a cultos ganaderos. El más célebre ejemplo son los Toros de Guisando.




Los pueblos del norte








Galaicos, astures, cátabros, várdulos, vascones.... se asentaron desde Galicia al Pirineo aragonés.
Pueblos muy atrasados, tenían una economía basada en la ganadería, la recolección y la pesca. El peso de la agricultura era escaso.
Como restos arqueológicos, destacan los castros, poblados de viviendas circulares construidos por los galaicos. Un buen ejemplo es el Castro de Coaña. Entre este pueblo tuvo un gran desarrollo las prácticas mágicas y de adivinización.





Las colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses





Tras el largo período paleolítico, y concluido el largo proceso de hominización con la especie Homo sapiens sapiens, se inició el período neolítico en la Península Ibérica hace aproximadamente 5.000-3.000 años. Las nuevas comunidades agricultoras y ganaderas se asentaron creando poblados permanentes.
La Edad de los Metales se inicia con la edad del Cobre, en torno a 3.000 a.C., y continua con la Edad del Bronce (2.000 a.C.). Hacia 1.200 a.C., la península las primera de una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos, los celtas.
Se inicia así lo que se denomina la Protohistoria: período comprendido entre las invasiones indoeuropeas (1.200 a.C.) y la invasión romana en la segunda mitad del siglo III a.C. De este período han quedado abundantes restos arqueológicos, a los que se les une los primeros testimonios escritos de griegos y romanos sobre la península ibérica. Testimonios de difícil interpretación.


Las Colonizaciones



En el primer milenio a.C. la zona mediterránea de la península va a recibir la llegada de oleadas colonizadoras de pueblos procedentes del mediterráneo que contaban con una cultura mucho más evolucionada que los aborígenes.
Fenicios, griegos y cartagineses llegarán, por este orden, a las costas mediterráneas. Su propósito era económico: buscaban metales (cobre, plata, estaño, oro) y otros productos (salazones, pesquerías...)

Fenicios





Los fenicios, procedentes de Fenicia, actual Líbano, llegaron en el siglo IX a.C. Fundaron diversas colonias entre las que sobresalió Gades (Cádiz) en el 800-750 a.C.







Griegos







Los griegos, procedentes de su colonia de Massalia (Marsella), fundaron diversas colonias en el litoral mediterráneo a partir del siglo VI a.C. Destacan Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas)






Cartagineses







Los cartagineses, procedentes de Cartago, colonia fenicia en el actual Túnez, crearon colonias muy activas como Ibiza, cuyo auge comercial se desarrolló del siglo V al III a.C, o Cartago Nova.





Legado de las Colonizaciones



El legado de las colonizaciones fue importante, aunque solo afectó a la costa mediterránea y el valle del Guadalquivir ¿Qué aportaron estos pueblos mediterráneos?


-Nuevos cultivos, como el olivo y el esparto
-Torno del alfarero (desarrollo de la cerámica)
-Acuñación de monedas, clave para el desarrollo comercial.
-Alfabeto. El fenicio y, posteriormente, el griego.
-Restos artísticos: sarcófago fenicio antropoide de Cádiz, tesoro fenicio de Aliseda, la ciudad griega de Ampurias...



Etapas de la conquista de la Península Ibérica por Roma




La conquista de Roma se inició en el siglo III a.C. y concluyó, tras un proceso largo y complejo, en el siglo I a.C.
Podemos distinguir tres etapas principales:




1ª etapa: Conquista del este y el sur peninsular (218-197 a. C)




El inicio de la conquista se enmarcó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (guerras que enfrentaron a Roma y Cartago por la hegemonía en el mediterráneo occidental).
Los cartagineses tenían asentamientos importantes en el levante peninsular y desde allí atacaron Roma a través del sur de Francia y los Alpes. Roma contraatacó invadiendo las posesiones cartaginesas en Hispania a fines del siglo III. La victoria romana de Ilipa (209 a.C.) puso fin a la presencia cartaginesa en Hispania y consagró el dominio de Roma sobre el este y el sur peninsular.




2ª etapa: Conquista del centro y el oeste peninsular (155-133 a. C.)




Los romanos tuvieron que hacer frente a la resistencia de los pueblos de esta zona. Los mejores ejemplos son las guerras lusitanas (155-136 a.C) en las que destacó Viriato, líder lusitano, y la férrea resitencia celtíbera en Numancia hasta su rendición en el 133 a.C.
La República romana vivió diversas guerras civiles que llegaron a la península. Las luchas internas de Roma dieron lugar a enfrentamientos bélicos en la península. Un buen ejemplo es el enfrentamiento entre Pompeyo y César (49-45 a.C.). Estos conflictos aceleraron el dominio romano sobre la península.




3ª etapa: Conquista del norte peninsular (29-19 a.C)




El fin de la conquista llegó en tiempos de Augusto, primer emperador romano, con la dominación de galaicos, astures, cántabros y vascones (guerras cántabras).






El proceso de romanización: el legado cultural


El concepto de romanización: integración plena de una sociedad determinada, en este caso la hispana, en el conjunto del mundo romano (economía, sociedad, cultura, religión). Por este proceso, los pueblos indígenas (iberos, celtíberos…) fueron asumiendo la cultura romana.La romanización es un momento clave de la historia cultural de los pueblos de la península. En ella podemos distinguir varios aspectos:


-El latín se impuso como lengua común

-El derecho romano (leyes, concepción del estado...)

-La religión politeísta romana (Júpiter, Saturno…) y, posteriormente, en el siglo I el cristianismo se difundió por el imperio romano y también por Hispania.


El proceso de romanización llegó a su máxima expresión cuando el emperador Caracalla en el siglo III extendió la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.
Hispania fue una de las provincias del imperio más romanizadas. Buena prueba de ello fue que varios emperadores nacieron en la península (Trajano, Adriano). También hubo importantes filósofos como Séneca y escritores como Quintiliano y Marcial.


martes, 25 de septiembre de 2007

Los Comienzos


Bienvenidos a los comienzos de nuestra historia daremos un paseo por diversos lugares y épocas de lo cuales aprenderemos sobre ellos.



Los primeros humanos llegaron a la Península Ibérica al territorio de la actual España hace 35.000 años.


1. La Península Ibérica en la Prehistoria y la historia antigua





2. La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Andalus



3. La Península Ibérica en la Edad Media: Los Reinos Cristianos

4. La Crisis de los Siglos XIV y XV

5. Los Reyes Católicos: La Construcción del Estado Moderno

6. La España del siglo XVI: El Esplendor del Imperio


7. La España del Siglo XVII: La Decadencia del Imperio


8. El Siglo XVIII: Los Primeros Borbones




9. Cultura y Arte de la Edad Antigua a la Edad Moderna