LOS COMIENZOS DE ESPAÑA


viernes, 14 de marzo de 2008

Los Reyes Católicos: La construcción del Estado Moderno

Los Reyes Católicos: la unidad dinástica

En 1469 tuvo lugar el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Ambos pertenecían a las familias reinantes en Castilla y Aragón. donde reinaban diferentes ramas de la dinastía Trastámara.
Tras morir Enrique IV estalló la guerra civil en Castilla. La hermana, Isabel de Castilla, que contaba con el apoyo de Aragón, y la presunta hija, Juana "la Beltraneja", apoyada por Portugal, se enfrentaron en un conflicto que culminó con la batalla de Toro en 1476 y la paz de Alcaçovas con Portugal en 1479. Isabel I era reconocida como reina de Castilla.
Ese mismo año de 1479, Fernando I era coronado rey de Aragón. Culminaba la unión dinástica entre los dos reinos más poderosos de la península. Los nuevos reyes se aprestaron a conseguir la unión peninsular bajo su corona.
En enero de 1492 culminó la conquista del reino nazarí de Granada. Acababa así la Reconquista y la presencia musulmana en la península.
Con Portugal, las ya conocidos como Reyes Católicos, intentaron infructuosamente la unión matrimonial.
Finalmente, tras morir Isabel, Fernando el Católico conquistó Navarra en 1512. En 1515 se declaró la unidad de Navarra a Castilla.
Anteriormente, con la firma del tratado de Barcelona en 1493, Aragón había recuperado de Francia los territorios ultrapirenaicos del Rosellón y la Cerdaña, y, Castilla había concluido en 1496 la conquista de Canarias.
Había concluido el proceso de unificación de España. La unión era, sin embargo, una unión dinástica. Bajo los mismos monarcas, los distintos reinos siguieron manteniendo diferentes leyes e instituciones.

Los Reyes Católicos: la conquista del Reino Nazarí de Granada

Los restos de Isabel y Fernando que reposan en la capilla real de la catedral de Granada, son símbolo y testimonio de la capital importancia que tuvo la guerra y la conquista de Granada en el reinado de los Reyes Católicos. Son múltiples los aspectos que nos muestran la importancia de esta guerra para el reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
En lo que se refiere al reino de Castilla, la conquista de Granada ratificó la victoria de Isabel y Fernando en el conflicto de sucesión y aseguró su posición frente a la nobleza, a la que consiguieron hacer participar de forma masiva en la guerra. La guerra de Granada fue clave para desarrollar el sistema fiscal y la capacidad militar castellana y significó un momento clave en la forja del estado castellano moderno.
Por otro lado, la guerra de Granada fue una contienda en la que participaron, militar y financieramente, aunque de manera desigual, castellanos y aragoneses, constituyendo la primera gran empresa común de la nueva monarquía.
En la política internacional, la conquista del último reducto político de Al-Andalus significó asegurar el flanco mediterráneo de la Monarquía ante el empuje turco que en 1480 había atacado Otranto, en el sur de Italia; asimismo, la toma de Granada dejó a los Reyes Católicos las manos libres para encarar con fuerza los otros frentes de su política exterior, especialmente su rivalidad con Francia en el Rosellón, Italia y Navarra.
Finalmente, la guerra y la conquista de Granada —hábilmente explotada por los propagandistas de la corona— sirvió para reforzar el prestigio de los nuevos monarcas. Así, en 1486, en pleno desarrollo de las operaciones militares, Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, hacía pública una profecía anónima que aseveraba que Fernando conquistaría no sólo Granada, sino también Africa hasta Etiopía, Jerusalén, Roma, las tierras de los turcos... hasta constituir un imperio universal.
La guerra, iniciada en 1482, estuvo marcada por el poderío militar cristiano y por las desavenencias internas en el reino musulmán. Tuvo sus principales momentos en las conquistas de Ronda (1485) y Málaga (1486). El sitio final de la ciudad de Granada, de abril de 1491 a enero de 1492, culminó con la rendición final de Boabdil, el último monarca del último reino musulmán de la península ibérica.

Los Reyes Católicos: la integración Canarias y la aproximación a Portugal

La Corona de Castilla y Portugal fueron rivales sobre los derechos de conquista de las islas Canarias. Finalmente, en 1479, Portugal renunció a las islas por el Tratado de Alcaçovas. En 1478, los Reyes Católicos ordenaron la conquista de Gran Canaria. En 1493 fue anexionada la isla de La Palma, y la unión a Castilla concluyó en 1496 con la conquista de Tenerife. El proceso de conquista fue muy similar al que luego se aplicó en América. Fue llevado a cabo por particulares que firmaban contratos, capitulaciones, con la Corona.La población indígena, los guanches, con un nivel de desarrollo económico y cultural muy bajo, fueron pronto exterminados. El contagio de enfermedades procedentes de Europa fue la clave del desastre demográfico.Los conquistadores, sobre todo andaluces y extremeños, esclavizaron a la menguante población indígena, pese a las prohibiciones legales de los reyes castellanos y el Papa. Ante su desaparición paulatina, comenzaron a importar esclavos de la costa africana.El azúcar se convirtió en la principal fuente de riqueza.
La estructura administrativa se copió de la castellana con un Capitán General al frente del archipiélago y dos Adelantados en Tenerife y Gran Canaria.Cristóbal Colón hizo escala en Gran Canaria, y luego zarpó de la isla de La Gomera en el viaje de descubrimiento de 1492.Con respecto a Portugal, los Reyes Católicos utilizaron la política matrimonial de forma sistemática como un instrumento de la política exterior:
En 1490, casaron a su hija Isabel con el príncipe Alfonso de Portugal, hijo primogénito del rey Juan II.
La muerte de Alfonso en 1491 y la muerte en 1945 del rey Juan II dejó como heredero al hermano del monarca, Manuel el Afortunado. En 1497, Manuel se casó con Isabel, viuda del anterior rey, Alfonso.
Isabel murió en 1498 en el parto de su hijo Miguel, quien murió dos años más tarde. De nuevo, la diplomacia matrimonial funcionó y la infanta María, hija también de los Reyes Católicos, ocupó su lugar como esposa de Manuel.
Pese a que esta política matrimonial no dio resultado inmediato, posteriormente en virtud de esta compleja red de relaciones familiares, Felipe II reclamó con éxito en 1580 el trono de Portugal, al morir sin descendencia el rey Sebastián.

La organización del Estado : instituciones de gobierno

Con los Reyes Católicos protagonizaron una gran labor de fortalecimiento del poder de los monarcas. La tarea, iniciada durante los años de la guerra civil en Castilla, continuó a lo largo de todo su reinado. Isabel y Fernando pusieron fin al conflicto entre poder nobiliar y poder real que había caracterizado a la Baja Edad Media. Con los Reyes Católicos la autoridad de los monarcas fue restaurada y se consolidaron las instituciones de gobierno y la hacienda pública.
La reorganización del sistema de Hacienda fue una primera y necesaria medida de los monarcas. Adoptada en las Cortes de Toledo de 1480, se revisaron las mercedes (concesiones a los nobles) efectuadas durante el reinado de Enrique IV. Esta medida, que perjudicó esencialmente a los nobles que habían apoyado a Juana "la Beltraneja", permitieron a los monarcas rescatar más de la mitad de sus rentas
En 1476, en las Cortes reunidas en Madrigal de las Altas Torres, se aprobó la constitución de la Santa Hermandad. Organismo policial y judicial, que ejercía también una importante labor en la recaudación de impuestos. La Santa Hermandad fue clave en la restauración de la paz y el orden en el reino.
En 1480 se reorganizó el Consejo Real, dando el papel central a los letrados, salidos de las Universidades con sólida formación jurídca. Los nobles quedaron relegados a un papel meramente consultivo.
El poder real también se reforzó en el ámbito local con la generalización de los corregidores. Delegados del poder de los monarcas en villas y ciudades, presidían los ayuntamientos y tenían funciones judiciales y policiales.
Otras medidas importantes fueron el control real de las Órdenes Militares (Santiago, Calatrava, Alcántara) y el fortalecimiento de la administración de la justicia, con dos Reales Chancillerías, sitas en Valladolid y Granada.
En la Corona de Aragón, debido a su tradición política "pactista" el poder monárquico tuvo muchas más dificultades en fortalecerse. No obstante, el poder de los lugartenientes generales, importantes por la frecuentes ausencias de Fernando I, fueron reforzados.

La proyección exterior: Política italiana y norteafricana

Mientras Castilla se lanzaba a la expansión atlántica y americana, los Reyes Católicos llevaron a cabo en Italia una política claramente heredera de la que había aplicado durante siglos la Corona de Aragón: enfrentamiento con Francia por el predominio en la península italiana.
Cerdeña y Sicilia estaban integradas en la Corona de Aragón y en Nápoles reinaba una rama bastarda de Alfonso V el Magnánimo. En un primer momento, Fernando el Católico y el monarca francés, Carlos VIII, buscaron una solución pactada. Fruto de esta actitud fue el Tratado de Barcelona (1493) por el que Aragón recuperaba el Rosellón y la Cerdaña. La ruptura, sin embargo, vino cuando Carlos VIII conquistó Nápoles en 1495. La reacción española fue inmediata y se enviaron tropas comandadas por un noble castellano, Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como el Gran Capitán. Tras una larga y compleja campaña militar, las tropas españolas incorporaron a la monarquía el reino de Nápoles en 1505. España se convertía en una gran potencia europea.
En el norte de África, los castellanos, enardecidos por la conquista de Granada, practicaron una política expansionista que buscaba neutralizar a los piratas berberiscos apoyados por la gran potencia del Mediterráneo oriental, el Imperio Turco. La conquista de Melilla (1497) y de Orán (1509), junto al establecimiento de protectorados en Bujía, Trípoli y Argel, parecía adelantar la conquista española del Magreb. Sin embargo, la derrota en las islas de Gelves frustró el sueño expansionista. La monarquía hispánica mantuvo algunas plazas fuertes en el norte de África pero no consiguió acabar con la piratería berberisca.

El descubrimiento de América

Los Reyes Católicos:Los Reyes Católicos:

Los Reyes Católicos:Los Reyes Católicos:

La Baja Edad Media: La crisis del siglo XIV y XV

Organización política e instituciones: El reino de Castilla


En la zona occidental de la península aparecieron tres grandes núcleos políticos: los reinos de Portugal, León y Castilla. Portugal siguió una historia diferenciada, y León y Castilla vivieron un complejo proceso en el que ambas coronas se unieron y desunieron a lo largo de los siglos XI y XII. Finalmente con Fernando III de Castilla tuvo lugar la unión definitiva en el 1230.
La organización territorial del reino era muy compleja. Dentro del reino de Castilla existía el reino de Galicia, el señorío de Vizcaya y los territorios de Álava y Guipúzcoa. Así el monarca tenía los títulos de Rey de Castilla, León, señor de Vizcaya...
La historia política de los siglos XIV y XV fue realmente compleja y estuvo llena de crisis. Al fortalecimiento del poder real conseguido por Alfonso XI con la aprobación del Ordenamiento de Alcalá en 1348, le sucedió una brutal crisis con la guerra civil entre el Pedro I el Cruel y Enrique II de Trastámara. La victoria de este último trajo una nueva dinastía, los Trastámara, al poder y el fortalecimiento del poder nobiliar ("las mercedes enriqueñas").
Castilla fracasó en su intento de anexión de Portugal en la batalla de Aljubarrota (1385).
En el siglo XV, los reinados de Juan II y Enrique IV vieron importantes conflictos internos en los que la nobleza reforzó sus posiciones. A Enrique IV le sucedió su hermana Isabel de Castilla, la futura Isabel la Católica.
Las Instituciones
El rey se veía asistido en su acción de gobierno por diversas instituciones centrales: el Consejo Real, la Audiencia, encargada de la administración de justicia, y la Real Hacienda, encargada de los impuestos.
En estos siglos se fueron construyendo dos instituciones claves para el poder real: un Ejército Real permanente y una Burocracia cada vez más compleja, formada por letrados, expertos preparados en las universidades.
En el siglo XII (1188) nacieron las Cortes, asamblea estamental formada por representantes de la nobleza, el clero y las ciudades. Este organismo carecía de poder legislativo pero decidía sobre los impuestos extraordinarios y tenía la capacidad de presentar peticiones al rey.
La administración local se basó en la institución de los Concejos. Los Concejos o Ayuntamientos terminaron bajo el control de las oligarquías urbanas (nobleza, clero, burgueses).

Organización política e instituciones: La corona de Aragón

El reino de Aragón más que un reino unificado fue una confederación de reinos, Aragón, Valencia y Mallorca, y el Principado de Cataluña que poseían distintas instituciones y leyes.A menudo se caracteriza la monarquía aragonesa como una “monarquía pactista”, en la que el poder del monarca era débil y el rey debía de pactar con los estamentos privilegiados y respetar las leyes de cada reino a la hora de tomar una decisión.Al frente de cada reino había un lugarteniente del Rey que actuaba como su delegado.Otras instituciones eran el Consejo Real y la Audiencia.En el siglo XIII nacieron las Cortes en los reinos de Cataluña, Aragón y Valencia. Fueron organismos independientes en cada reino y fueron adquiriendo un creciente poder.
Las Cortes eran asambleas estamentales donde se reunían representantes de los dos estamentos privilegiados y del patriciado urbano (alta burguesía de las ciudades). Dominadas por la nobleza y el clero, controlaron el poder del monarca y velaron por los intereses feudales del clero y la nobleza limitando el poder del monarca.Las Cortes catalanas crearon una institución, la Diputación del General de Cataluña o Generalitat, que se convirtió de hecho en una especie de gobierno del Principado. En Valencia y Aragón se crearon posteriormente Diputaciones del Reino, instituciones similares a la catalana.En Aragón existió la institución del Justicia de Aragón, cargo asignado a un miembro de la nobleza que velaba por el mantenimiento de los privilegios estamentales frente al poder del rey.La Administración territorial se organizó en merindades o veguerías. El órgano de poder en las ciudades fue el municipio que a fines de la Edad Media quedó bajo el control de las oligarquías locales (Concell de Cent de Barcelona)

Crisis demográfica, económica y política

Los siglos XIV y XV estuvieron marcados por una profunda crisis demográfica, económica y política. En Castilla la crisis tuvo su apogeo en el siglo XIV, mientras que en Aragón y Cataluña el momento peor fue el siglo XV.Crisis demográfica Las malas cosechas se repitieron a lo largo de estos siglos. Las técnicas agrícolas no habían evolucionado lo suficiente para evitar los estragos causados por la mala climatología.
El ciclo se repitió varias veces: malas cosechas, escasez de alimentos, carestía, hambre. En esas circunstancias de desnutrición, la población era fácilmente atacada por las epidemias. La Peste Negra 1348-1851 fue la más brutal, pero no la única. Se estima que en algunas zonas la población descendió entre el 20 y el 40%.Crisis económica Crisis demográfica golpeó duramente a una agricultura que no había evolucionado tecnológicamente. Amplias zonas se despoblaron, reduciéndose las tierras puestas en cultivo a la vez que, en muchas zonas, escaseaba la mano de obra campesina. El descenso de las rentas de los grandes propietarios, la nobleza, fue la lógica consecuencia de esta situación.Esta nueva situación (falta de mano de obra, zonas despobladas y tierras no cultivadas que podían ser utilizadas para pastos) llevó a que en Castilla la ganadería transhumante ovina se impusiera como principal actividad económica. Los privilegios del Honrado Concejo de la Mesta, asociación de los grandes ganaderos castellanos fundada por Alfonso X el Sabio en el 1273, aumentaron notablemente.La artesanía también entre en declive ante el descenso de la demanda provocado por el descenso demográfico y el empobrecimiento de la población.
El comercio fue la actividad menos afectada por la crisis:
El comercio castellano continuó creciendo. Basado en la exportación de lana y la importación de productos manufacturados de lujo y dirigido esencialmente a Flandes..
El comercio catalán en el Mediterráneo , se basó en la exportación de productos textiles y la importación de sedas y especias, se mantuvo en el siglo XIV, aunque decayó en el XV.
En estos siglos hubo importantes avances comerciales: ferias (Medina del Campo), consulados (catalanes por todo el mediterráneo), técnicas bancarias (letra de cambio, sociedades mercantiles)Crisis socialLa disminución de ingresos de la nobleza llevó a que los grupos sociales dominantes intensificaran la explotación del campesinado estableciendo nuevos y más duros derechos señoriales.
La reacción campesina llevó a diversos levantamientos en el siglo XV:
Guerras irmandiñas en Galicia.
Payeses de remensa en Cataluña. Este conflicto concluyó con Sentencia arbitral de Guadalupe de 1486 adoptada por Fernando el Católico. La sentencia puso fin a la última reminiscencia de la servidumbre medieval en España.
El malestar social dio lugar a otros tipos de conflicto. Conflictos sociales urbanos, como el que enfrentó a la Biga, alta burguesía, y la Busca, clases populares, en la Barcelona del siglo XV. Rebrote del antisemitismo que llevó a múltiples progroms contras las comunidades judías en el siglo XIV y XV . Como resultado de esta violencia, muchos judíos se convirtieron al cristianismo. Serán los conversos o cristianos nuevos.Crisis política
La crisis generalizada tuvo también su expresión política. El foco de conflicto principal fue la pugna entre los monarcas y los grupos privilegiados, nobleza y clero, por la hegemonía política.
En Castilla hubo varios conflictos de gran gravedad:
La guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara a fines del siglo XIV trajo al trono a una nueva dinastía, los Trastámara, y significó el triunfo coyuntural de la nobleza
Los reinados de Juan II y Enrique IV en el siglo XV se caracterizaron por múltiples conflictos. A Enrique IV le sucedió su hermana Isabel de Castilla.
En Aragón estalló la guerra civil al enfrentarse el rey Juan II con la nobleza y el clero catalanes (1462-1472). La confluencia de esta guerra civil con los conflictos de los remensa en el campo y el de la Busca y la Biga en Barcelona dejaron al principado de Cataluña destrozado. A Juan II le sucedió Fernando de Aragón.

La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo

Pedro III el Grande (1276-1285) lanzó a la Corona aragonesa a una política de autentico imperialismo mediterráneo.
Aragón se incorporó tres grandes islas del Mediterráneo occidental: Sicilia, Córcega y Cerdeña.
Esta expansión chocó con los intereses de la corona francesa y del Papa. Se inicia así un elemento clave de la política exterior aragonesa, y posteriormente española, que se prolongará durante varios siglos: la lucha con Francia por la hegemonía en los estados italianos.
Con Jaime II (1291-1327) el imperialismo catalano-aragonés en el Mediterráneo experimentó un nuevo impulso. La aventura de los almogávares en el Mediterráneo oriental es la más célebre expresión de este proceso.
Los almogávares eran soldados mercenarios, originarios de tierras de la Corona de Aragón. En la primera mitad del siglo XIV, recorrieron el mar Mediterráneo ayudando a diversas campañas aragonesas impulsadas por el expansionismo comercial catalán. Almogavar significa en árabe 'el que hace algaradas o correrías' del vocablo 'al-mugawar'.
En el año 1302 embarcaron hacia Bizancio (la antigua Constantinopla, actual Estambul). El emperador bizantino les había contratado para luchar contra los turcos. Al frente iba Roger de Flor (1267-1305), aventurero de origen alemán, con el que obtuvieron grandes victorias contra los turcos en Asia Menor.
Sin embargo, tras el asesinato de Roger de Flor en 1305 se dedicaron, como forma de venganza, a la devastación y al saqueo. Posteriormente se pusieron al servicio del duque de Atenas, pero en 1311 ocuparon dicho condado. Su entrada en la capital ateniense al grito de "Aragón, Aragón" es el punto culmen de la dominación catalano-aragonesa del Mare Nostrum. En 1319 crearon el señorío de Neopatria.
Hay que destacar que el coste económico de estas empresas imperialistas forzó a los reyes de Aragón a pedir ayuda continuamente a la nobleza y al clero. Este es uno de los factores que explican que la monarquía aragonesa fuera una ”monarquía pactista”
El último impulso del imperialismo catalano-aragonés en el mediterráneo llegó con Alfonso V el Magnánimo (1416-1458) quien anexionó el reino de Nápoles en 1443, en lucha contra los franceses y las potencias italianas (Venecia, Florencia y el Papa). A partir de este momento, Alfonso V estableció su corte en Nápoles, convirtió la ciudad un gran centro humanístico y se dedicó por completo a la política italiana.

Las rutas atlánticas: Castellanos y portugueses. Las Islas Canarias

La península ibérica en la Edad Media: Los Reinos Cristianos

Los primeros núcleos de resistencia cristiana

Tras la rápida conquista musulmana de la mayor parte de la península, en las montañas del norte se comenzaron a organizar núcleos de resistencia cristianos. Hasta el siglo X, estos núcleos simplemente resisten u ocupan zonas despobladas como el norte de la cuenca del Duero. La hegemonía en ese período está en manos de Al-Andalus.
El núcleo asturiano.
En el 722, un noble visigodo, Pelayo, y los indígenas astures derrotan en Covadonga a un ejército expedicionario musulmán. A partir de ese momento comienza a organizarse el reino de Asturias.
Alfonso I (739-757) asume la herencia visigoda. Establece el "Fuero Juzgo" y otros elementos políticos. La emigración hacia el norte de población visigodo-hispanorromana refuerza esta continuidad.
Alfonso II (791-842) establece la capital en Oviedo. Durante su reinado se descubre la tumba del Santiago, origen de la gran peregrinación.
Alfonso III (866-910) lleva la frontera hasta la línea del río Duero, ocupando la cuenca norte ("tierra de nadie"). Se escriben varias crónicas que refuerzan la idea de la continuidad del reino astur-leonés y el reino visigodo. A su muerte se traslada la capital a León.
El núcleo navarro.
La zona pirenaica occidental se hallaba entre el estado franco y Al-Andalus. Tras diversos acontecimientos (Batalla de Roncesvalles contra los francos en el 778) se impuso en el que se denominó reino de Pamplona la dinastía Íñiga.
El núcleo navarro llegó a su apogeo con Sancho III el Mayor. Rey de Navarra entre los años 1000-1035, extendió su poder a Aragón y Castilla. Fue el monarca más poderoso de los reinos cristianos de la Península Ibérica en el s. XI.El núcleo aragonés.
Zonas de débil poblamiento en el pirineo central. Bajo la influencia primero de los carolingios, después de los navarros. Escasos avances en la reconquista ante el potente núcleo musulmán en torno al valle del Ebro.
El núcleo catalán.
En la zona del norte de la actual Cataluña, el reino franco carolingio estableció la Marca Hispánica. Organizado en condados, pronto el Condado de Barcelona predominó sobre los demás. Vifredo el Velloso reconquistó algunos territorios e inició un proceso de independencia respecto al debilitado reino franco. Ya en el siglo X, los sucesores de Vifredo el Velloso dejaron de prestar el homenaje feudal debido al monarca francés. El condado de Barcelona pasó a ser un ente político independiente


Principales etapas de la reconquista



Se ha venido en denominar Reconquista al período de la historia de la Península Ibérica comprendido entre los años 718 (fecha probable de la rebelión de Pelayo) y 1492 (final del reino de Granada). Durante este largo período, reinos cristianos y musulmanes coexistieron y lucharon en el territorio peninsular.
El término es muy discutible. Pese a los esfuerzos de algunos de los reinos cristianos por presentarse como "sucesores" de los visiogodos, los reinos que "reconquistaron" la península nacieron con posterioridad a la invasión islámica . No obstante, la expresión se utiliza ampliamente entre los historiadores, tanto en España como en el extranjero, para designar este período histórico.
Podemos distinguir diversas fases:
Primera etapa (siglos VIII-X)
Desde las primeras escaramuzas de importancia, como la victoria cristiana en Covadonga (722) se abre un largo período en el que los núcleos cristianos del norte consolidan su territorio y avanzan tímidamente hacia el sur. El reino asturiano alcanzó la línea del Duero en el año 910. Esto llevó a que Ordoño II (914-924) trasladara a León el centro político del reino. A partir de entonces se comienza a hablar de reino astur-leonés, y después de reino de León.
Segunda etapa (siglos XI y primera mitad del XII)
Aprovechando la debilidad musulmana tras el fin del Califato y la disgregación de los Reinos Taifas, León y Castilla rebasan la Cordillera Central y ocupan la cuenca del Tajo. Toledo se reconquista en 1085. La ocupación del reino de Toledo significó la incorporación a su reino del territorio situado entre el Sistema Central y el río Tajo. Tras el freno impuesto a la reconquista por la invasión almohade, el avance hacia el sur se reactivo en los reinos orientales cuando Alfonso I de Aragón reconquistó Zaragoza en 1118 y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, conquistó Tortosa (1148) y Lérida (1149). Mientras Portugal conquistaba Lisboa en el 1147.
Tercera etapa (fines del siglo XII y principios del XIII)
Tras la interrupción del avance con la llegada de los almohades, poco a poco Castilla-León consiguió dominar el valle del Guadiana y de los pasos de Sierra Morena. Ese proceso culminó con la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), que abrió definitivamente el avance cristiano hacia el valle del Guadalquivir y Valencia.
Cuarta etapa (siglo XIII)
Rápida ocupación del valle del Guadalquivir (Córdoba, Sevilla) por Fernando III el Santo (1252) y de Valencia y las Baleares por Jaime I el Conquistador (1276). Quedará el reducto musulmán de Granada hasta 1492.
La compleja historia política de los reinos cristianos peninsulares
Al avanzar la reconquista Castilla se independizó de León (siglo X, con el conde Fernán González), Portugal de Galicia y Aragón se expandió hacia el sur. Posteriormente Castilla absorbería a Asturias, a León, a Galicia y parte del Reino de Navarra. Aragón absorbió al condado de Barcelona y al Reino de Valencia (a principios del siglo XII, Petronila de Aragón contrajo matrimonio con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, y el hijo de ambos Alfonso II fue el primer monarca en heredar los títulos de rey de Aragón y conde de Barcelona) A partir de ese momento la unión de estos dos territorios se conoció como la Corona de Aragón.
Portugal se constituyó como reino independiente en el siglo XII.Al final de la Edad Media, la península estaba repartida en cuatro reinos cristianos: Castilla, Aragón, Navarra y Portugal y el reino musulmán de Granada.


Modelos de repoblación y organización social de los reinos cristianos


Posteriormente a la conquista tiene lugar el proceso de repoblación: la ocupación efectiva y su puesta en explotación económica de los territorios conquistados.
Distinguimos diferentes tipos en las diversas fases de la reconquista:
Presura o Aprisco, en la repoblación del valle del Duero o de la plana de Vic (zonas casi desérticas)
Los campesinos, a veces pero no siempre dirigidos por un noble o un clérigo, ocupan de forma libre la tierra. El rey sanciona posteriormente la legalidad de la propiedad.
Esta repoblación genera una sociedad de campesinos libres basada en la pequeña propiedad. Estos campesinos se halla comprometidos en la defensa militar de la tierra conquistada (campesinos-villanos castellanos)
Repoblación concejil, en los valles del Ebro y el Tajo.
La repoblación se basa en la creación de concejos y ciudades con su alfoz, a las que se les dota de Fueros o Cartas Pueblas. Estos fueros otorgan libertades y privilegios a sus habitantes para atraer a la población a una zona peligrosa de frontera. La caballería villana queda encargada de la defensa y se configura como el grupo social hegemónico en los nuevos núcleos de población.
Esta repoblación fue dirigida por el rey y configura una sociedad basada en la mediana propiedad.
En las zonas como Toledo o Zaragoza, la abundante población musulmana fue expulsada al campo o a las zonas de los arrabales de las urbes.
Repoblación de los valles altos del Júcar-Turia y el Guadiana:
La repoblación se basó en repartimientos a las grandes Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa (Aragón).
Esta repoblación creó una zona caracterizada por los grandes latifundios ganaderos jalonados de fortalezas para la defensa del territorio de frontera.
Repoblación de Extremadura, valle del Guadalquivir y fachada levantina:
Los reyes otorgaron grandes territorios a los nobles y soldados que participaron en la conquista militar: donadíos (grandes latifundios en manos de la gran nobleza) o heredamientos (propiedades más pequeñas)
El nuevo tipo de estructura agraria se basó en la gran propiedad.
En las ciudades se organizaron concejos.
La mayor parte de los musulmanes tendieron a huir al reino de Granada. En los regadíos levantinos, sin embargo, muchos permanecieron trabajando para la nobleza cristiana.
En Baleares, hubo repartimientos entre la nobleza, siendo la población musulmana diezmada o expulsada.
Pese a estos diferentes modelos de repoblación, el modelo de sociedad feudal se consolidó a lo largo de toda la península con sus instituciones típicas como el vasallaje, el señorío territorial y señoría jurisdiccional.
Sociedad jerarquizada organizada en estamentos:
Nobleza (los que guerrean). Grandes propietarios de la tierra (señorío territorial y señoría jurisdiccional). Grupo privilegiado pero heterogéneo (alta nobleza, hidalgos, caballeros villanos)
Clero (los que oran). También poseen tierra y señoríos. También es un estamento heterogéneo (Alto y bajo clero)
Campesinado (los que trabajan). Normalmente no son propietarios y están sujetos a la dependencia de sus señores (derechos señoriales).
Desde el siglo XI, el desarrollo urbano propiciará el desarrollo de las ciudades y de un nuevo grupo social: la burguesía. Aunque perteneciente al grupo no privilegiado (pagan impuestos) consiguieron una cierta autonomía en el gobierno de las urbes (concejos) y participación en Cortes.
También nos encontramos con minorías religiosas y étnicas marginadas: los judíos, mayoritariamente urbanos, y los mudéjares, que viven preferentemente en el campo.


Una cultura plural: cristianos, musulmanes y judíos
El románico
El gótico

jueves, 29 de noviembre de 2007

La Península Ibérica en la Edad Media: Al-Andalus



La conquista musulmana y los pueblos invasores


Los árabes musulmanes, alentados por la idea de la "guerra santa", iniciaron en el siglo VII una fulgurante expansión por el Oriente Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano Atlántico.



Aprovechando la crisis interna del reino visigodo, envuelto en una de sus constantes luchas internas por el poder monárquico, tropas musulmanas, compuestas por árabes y beréberes, cruzaron el estrecho de Gibraltar en el año 711 iniciando la conquista de la península ibérica.

Dirigidos por el beréber Tariq, lugarteniente del gobernador del Norte de África, Musa ibn Nusayr los musulmanes derrotaron en la batalla de Guadalete (711) al último rey visigodo, Rodrigo, que perdió la vida en el combate.

Animados por aquel éxito, los invasores decidieron proseguir el avance por las tierras hispanas, primero en dirección a Toledo, posteriormente hacia Zaragoza. En apenas tres años, los musulmanes lograron conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas resistencia. Solo las regiones montañosas de las zonas cantábrica y pirenaica escaparon a su control.

Junto a los árabes, que ocupaban los puestos dirigentes, grupo bereberes del norte de África engrosaron las filas de los invasores musulmanes.



Los árabes tenían fuertes estructuras tribales (qaysíes, kalbíes) que mantuvieron largo tiempo fuertes enemistades que pronto se manifestaron al repartirse las tierras ocupadas.

A todos estos problemas entre los árabes, hay que añadir los provocados por los beréberes islamizados del norte de África, reacios a someterse a un autoridad central. Resultado de todo ello fue un oscuro período de luchas y enfrentamientos entre los distintos clanes árabes, y entre árabes y beréberes, que durará toda la primera mitad del siglo VIII.


Diversos magnates nobiliarios visigodos decidieron pactar con los invasores, como fue el caso de Teodomiro, en la región murciana. Las escasas fuentes disponibles nos hacen pensar que la conquista se realizó principalmente mediante capitulaciones y rendiciones acordadas entre los señores godos y los conquistadores musulmanes. La violencia fue más la excepción que la regla. Esto nos explica la rapidez de la conquista.



El Emirato y el Califato de Córdoba


El Emirato (756-929)

Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en una nueva provincia del califato islámico, Al-Andalus. Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador que actuaba como delegado del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
























Los musulmanes realizaron algunas incursiones por el norte de la Peninsula, pero fueron derrotados por los astures en Covadonga (722). También penetraron en suelo franco, donde ocuparon ciudades como Narbona, pero sufrieron un duro golpe ante el ejército de los francos en las proximidades de Poitiers (732). Esta batalla supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa.




A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato. Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. Al-Andalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual del mundo musulmán.


Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Andalus. Para ello necesitaba fundamentalmente tres cosas: un ejército, unos ingresos económicos, y sofocar las posibles revueltas de sus enemigos. El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Andalus.


El Califato de Córdoba (929-1031)


Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder político y el religioso. “Nos parece oportuno que, en adelante, seamos llamado Príncipe de los Creyentes”, se escribía en una carta que el nuevo califa envió a sus gobernadores.


El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto a la gran mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahman III ordenó construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, convertida en residencia califal y en el centro del poder político de Al-Andalus.

Almanzor y la crisis del Califato de Córdoba
En las últimas décadas del siglo X, Almanzor se hizo con el poder efectivo en Al-Andalus; ejercía el cargo de hachib, una especie de primer ministro. Mientras tanto, el califa de la época, Hisham II (976-1009), vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer en lo más mínimo el poder político.


Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular. Su muerte en año 1002 inició el proceso de descomposición política (fitna) que llevó al fin del Califato en el 1031.


La crisis del siglo XI: los Reinos de Taifas

La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”.

De forma paulatinas las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.



En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.

Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias. Mientras tanto, el avance de la reconquista cristiana culminó con la conquista de Toledo en el 1085.

Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.

En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.
La crisis del siglo XI: Los imperios norteafricanos

lunes, 29 de octubre de 2007

La Península Ibérica en la Prehistoria y la historia antigua





El proceso de hominización en la península ibérica: nuevos hallazgos

La Prehistoria es el período más antiguo de la Historia y su estudio abarca desde el origen del hombre hasta la aparición de la escritura. En los últimos tiempos se ha avanzado de forma considerable en el conocimiento de este largo y oscuro período. La extensión de los estudios arqueológicos y los adelantos científicos que permiten un sistema de datación mucho más seguro explican estos avances.
Uno de los grandes temas de investigación y de debate es el proceso de hominización: la secuencia cronológica evolutiva que culmino con la aparición de la especie Homo. Para tratar de conocer este proceso, los prehistoriadores y arqueólogos estudian la evolución de los restos fósiles humanos y los instrumentos y restos que aparecen a ellos asociados en los yacimientos arqueológicos.
Hay acuerdo general en que la hominización se inicia en África.




Los Australopithecus, los ejemplares más antiguos datados en torno a hace 5-6 millones de años, evolucionaron hacia el Homo Habilis hacia 2.400.000 años. El Homo Habilis es la primera especie humana.En adelante, el panorama de la evolución se hace cada vez más complejo. Dos especies posteriores el Homo Ergaster y el Homo Erectus comenzaron a emigrar hacia Europa y Asia.
Los primeros restos humanos en la Península Ibérica se remontan a hace más de 800000 años. Los restos humanos más antiguos se han encontrado en la Sima de los Huesos (1974) y en la Gran Dolina (1996) de la sierra de Atapuerca en Burgos. Los 86 restos fósiles humanos hallados e Gran Dolina pertenecen a cráneos y mandíbulas de seis individuos (cuatro niños y dos adultos) que vivieron hace unos 800000 años y cuyas características antropomórficas parecen diferenciarlos de otros fósiles encontrados hasta la fecha en Europa, por lo que se considera que pertenecen a una nueva especie del género Horno a la que se le ha dado el nombre de Homo antecessor (“hombre pionero” o “el que antecede a los demás”).En la Sima de los Huesos se han hallado abundantes fósiles humanos (13 000 restos de esqueletos) que se consideran pertenecientes al denominado Homo heidelbergensis. Esta especie sirvió probablemente de transición entre el Homo Antecessor y el Homo Neandertalensis.Según el equipo de investigaciones de Atapuerca, estos primeros humanos llegaron a la Península procedentes de África. Se supone que su desplazamiento hacia Europa pudo deberse al seguimiento de las manadas de animales de las que dependía su alimentación.
Las dos últimas especies del género Homo que aparecieron en el territorio peninsular fueron el Homo Neandertalensis, con una antigüedad de unos 95000 años y el Homo Sapiens hace unos 35000 años. El Homo Neandertalensis se extinguió y no influyó en la posterior evolución hacia el Homo Sapiens. Este último ya era un ser humano con rasgos físicos semejantes a los actuales y era capaz de crear instrumentos de cierta complejidad y de expresar sus creencias mediante rituales funerarios y pinturas en los abrigos de piedra o en el interior de las cavernas.




Los pueblos prerromanos




Tras el largo período paleolítico, y concluido el largo proceso de hominización con la especie Homo sapiens sapiens, se inició el período neolítico en la Península Ibérica hace aproximadamente 5.000-3.000 años. Las nuevas comunidades agricultoras y ganaderas se asentaron creando poblados permanentes.
La Edad de los Metales se inicia con la edad del Cobre, en torno a 3.000 a.C., y continua con la Edad del Bronce (2.000 a.C.). Hacia 1.200 a.C., tiene lugar la primera de una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos, los celtas.
Se inicia así lo que se denomina la Protohistoria: período comprendido entre las invasiones indoeuropeas (1.200 a.C.) y la invasión romana en la segunda mitad del siglo III a.C. De este período han quedado abundantes restos arqueológicos, a los que se les une los primeros testimonios escritos de griegos y romanos sobre la península ibérica. Testimonios de difícil interpretación.

Los Pueblos Prerromanos:

Tartesos









Civilización muy brillante que se desarrolló en el suroeste peninsular en la primera mitad del primer milenio a.C.
Rodeada aún de misterio. Textos griegos y bíblicos hablan de una civilización muy rica. Se han encontrado restos importantes como el Tesoro de Carambolo (600-550 a.C.) pero no a la altura de lo que describen los textos de la época.
De cualquier manera, se piensa Tartesos tuvo un importante comercio que benefició a una poderosa aristocracia. A mediados del primer milenio, Tartesos se derrumbó. ¿Por la acción militar de los cartagineses? ¿Por problemas internos?





Los Iberos: los pueblos del sur y del este










En la zona mediterránea y meridional se asentaron diversos pueblos (indigetes, turdetanos...) que rasgos comunes. Muy posiblemente con una lengua común o similar.
El contacto con los colonizadores impulsó su desarrollo cultural. Tenían una economía agrícola-ganadera que también practicaba el comercio y la minería. Tenían pequeñas ciudades en zonas fácilmente defendibles y poseían una sociedad muy jerarquizada (aristocracia - esclavos). Gobernados por reyezuelos que gobernaban una o varias ciudades. Produjeron un arte muy refinado, el mejor ejemplo es la Dama de Elche.




Los pueblos del centro y del oeste









Aquí la influencia de los colonizadores mediterráneos llegó muy débilmente y la presencia celta (pueblos de lengua indoeuropea) fue importante. Se les denominó "celtíberos" (ilergetes, carpetanos, lusitanos...)
Su economía era agrícola-ganadera, con menor peso del comercio. Su sociedad mantenia una fuerte cohesión tribal y habitaban poblados fortificados como Numancia.
En el aspecto artístico, destaca la cultura de los verracos entre los vetones del valle del Tajo. Los verracos son grandes esculturas de animales ligadas a cultos ganaderos. El más célebre ejemplo son los Toros de Guisando.




Los pueblos del norte








Galaicos, astures, cátabros, várdulos, vascones.... se asentaron desde Galicia al Pirineo aragonés.
Pueblos muy atrasados, tenían una economía basada en la ganadería, la recolección y la pesca. El peso de la agricultura era escaso.
Como restos arqueológicos, destacan los castros, poblados de viviendas circulares construidos por los galaicos. Un buen ejemplo es el Castro de Coaña. Entre este pueblo tuvo un gran desarrollo las prácticas mágicas y de adivinización.





Las colonizaciones históricas: Fenicios, griegos y cartagineses





Tras el largo período paleolítico, y concluido el largo proceso de hominización con la especie Homo sapiens sapiens, se inició el período neolítico en la Península Ibérica hace aproximadamente 5.000-3.000 años. Las nuevas comunidades agricultoras y ganaderas se asentaron creando poblados permanentes.
La Edad de los Metales se inicia con la edad del Cobre, en torno a 3.000 a.C., y continua con la Edad del Bronce (2.000 a.C.). Hacia 1.200 a.C., la península las primera de una serie de invasiones de pueblos indoeuropeos, los celtas.
Se inicia así lo que se denomina la Protohistoria: período comprendido entre las invasiones indoeuropeas (1.200 a.C.) y la invasión romana en la segunda mitad del siglo III a.C. De este período han quedado abundantes restos arqueológicos, a los que se les une los primeros testimonios escritos de griegos y romanos sobre la península ibérica. Testimonios de difícil interpretación.


Las Colonizaciones



En el primer milenio a.C. la zona mediterránea de la península va a recibir la llegada de oleadas colonizadoras de pueblos procedentes del mediterráneo que contaban con una cultura mucho más evolucionada que los aborígenes.
Fenicios, griegos y cartagineses llegarán, por este orden, a las costas mediterráneas. Su propósito era económico: buscaban metales (cobre, plata, estaño, oro) y otros productos (salazones, pesquerías...)

Fenicios





Los fenicios, procedentes de Fenicia, actual Líbano, llegaron en el siglo IX a.C. Fundaron diversas colonias entre las que sobresalió Gades (Cádiz) en el 800-750 a.C.







Griegos







Los griegos, procedentes de su colonia de Massalia (Marsella), fundaron diversas colonias en el litoral mediterráneo a partir del siglo VI a.C. Destacan Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas)






Cartagineses







Los cartagineses, procedentes de Cartago, colonia fenicia en el actual Túnez, crearon colonias muy activas como Ibiza, cuyo auge comercial se desarrolló del siglo V al III a.C, o Cartago Nova.





Legado de las Colonizaciones



El legado de las colonizaciones fue importante, aunque solo afectó a la costa mediterránea y el valle del Guadalquivir ¿Qué aportaron estos pueblos mediterráneos?


-Nuevos cultivos, como el olivo y el esparto
-Torno del alfarero (desarrollo de la cerámica)
-Acuñación de monedas, clave para el desarrollo comercial.
-Alfabeto. El fenicio y, posteriormente, el griego.
-Restos artísticos: sarcófago fenicio antropoide de Cádiz, tesoro fenicio de Aliseda, la ciudad griega de Ampurias...



Etapas de la conquista de la Península Ibérica por Roma




La conquista de Roma se inició en el siglo III a.C. y concluyó, tras un proceso largo y complejo, en el siglo I a.C.
Podemos distinguir tres etapas principales:




1ª etapa: Conquista del este y el sur peninsular (218-197 a. C)




El inicio de la conquista se enmarcó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (guerras que enfrentaron a Roma y Cartago por la hegemonía en el mediterráneo occidental).
Los cartagineses tenían asentamientos importantes en el levante peninsular y desde allí atacaron Roma a través del sur de Francia y los Alpes. Roma contraatacó invadiendo las posesiones cartaginesas en Hispania a fines del siglo III. La victoria romana de Ilipa (209 a.C.) puso fin a la presencia cartaginesa en Hispania y consagró el dominio de Roma sobre el este y el sur peninsular.




2ª etapa: Conquista del centro y el oeste peninsular (155-133 a. C.)




Los romanos tuvieron que hacer frente a la resistencia de los pueblos de esta zona. Los mejores ejemplos son las guerras lusitanas (155-136 a.C) en las que destacó Viriato, líder lusitano, y la férrea resitencia celtíbera en Numancia hasta su rendición en el 133 a.C.
La República romana vivió diversas guerras civiles que llegaron a la península. Las luchas internas de Roma dieron lugar a enfrentamientos bélicos en la península. Un buen ejemplo es el enfrentamiento entre Pompeyo y César (49-45 a.C.). Estos conflictos aceleraron el dominio romano sobre la península.




3ª etapa: Conquista del norte peninsular (29-19 a.C)




El fin de la conquista llegó en tiempos de Augusto, primer emperador romano, con la dominación de galaicos, astures, cántabros y vascones (guerras cántabras).






El proceso de romanización: el legado cultural


El concepto de romanización: integración plena de una sociedad determinada, en este caso la hispana, en el conjunto del mundo romano (economía, sociedad, cultura, religión). Por este proceso, los pueblos indígenas (iberos, celtíberos…) fueron asumiendo la cultura romana.La romanización es un momento clave de la historia cultural de los pueblos de la península. En ella podemos distinguir varios aspectos:


-El latín se impuso como lengua común

-El derecho romano (leyes, concepción del estado...)

-La religión politeísta romana (Júpiter, Saturno…) y, posteriormente, en el siglo I el cristianismo se difundió por el imperio romano y también por Hispania.


El proceso de romanización llegó a su máxima expresión cuando el emperador Caracalla en el siglo III extendió la ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.
Hispania fue una de las provincias del imperio más romanizadas. Buena prueba de ello fue que varios emperadores nacieron en la península (Trajano, Adriano). También hubo importantes filósofos como Séneca y escritores como Quintiliano y Marcial.